Restaurante Palio

En una escapada al centro del país y viendo que nos pillaba de camino, decidimos  parar a comer en el restaurante Palio en Ocaña (Toledo);  después de sumergirme en esa herramienta maravillosa que es la red y sus múltiples páginas de opinión algo me llamó la atención y no fue su cocina de vanguardia sino sus comentarios acerca de su buen hacer, de sus puntos de cocción de su cuidado esmero en el sabor y en la tradición que pone en sus platos donde su mayor baza es el producto de calidad.

Restaurante muy acogedor y confortable regentado  por dos hermanos el Chef Jesús Gómez  Monedero y el metre y sumiller Isaac Gómez Monedero.
El pan lo realizan en el mismo restaurante con harinas ecológicas, como no  tengas cuidado te comes dos cestas, es exquisito, además  del inmenso cesto de mantequilla de “baratte” francesa que sacan para abrir boca. Soy un apasionado de la mantequilla y tuve que refrenarme porque me quedaba sin hambre.
A pesar de tener un menú de 28€ pedimos a la carta y en vista de nuestra elección Isaac decidió acomodar nuestra elección y servírnosla como dos menús, lo cual agradecimos enormemente , ya que son estos detalles los que marcan la diferencia en la atención.
Decidimos pedir dos entrantes al centro, unos chipirones en su salsa y unas alcachofas confitadas recomendadas por Isaac, los chipirones aunque buenos, sabrosos y tiernos no tenían nada especial salvo un excelente producto bien elaborado que ya es bastante, por el contrario las alcachofas si tenían algo de excepcional  y era su cocción, estaban exquisitas bien confitadas (o  sous vide o bien en aceite) encamadas en una salsa de pisto manchego deliciosa, fue todo un regalo para los sentidos,  se fundían en la boca en su punto justo, de sabor elegante fino sin sobresaltos gustativos, una delicia.
Posteriormente pedimos un plato individual, después de una lucha entre pieza de cordero lechal o perdiz a la toledana, el metre me saco de dudas y aun a pesar de describirme las exquisiteces del cordero me recomendó la perdiz; creo que vio en mis ojos lo que mi mente ya tenía elegido desde el primer momento.
La perdiz la preparan en sala y las deshuesan delante  tuya, enseguida se ve lo tierna que está, sin necesidad de cuchillo va disponiendo los trozos sobre una cama de puré de patata “groseramente” elaborado (groseramente de forma cariñosa) donde la patata está muy presente; puré sin gilipolleces que
diría Robinfood; seguidamente lo riegan todo con un una estupenda salsa, ahí ya me di cuenta del acierto de mi elección, plato jugoso, con sabor exquisito y bien de salsa/caldo como a mí me gusta.
El Cordero estaba cocinado a la perfección, cocción perfecta, salseado glaseado generoso y muy sabroso, también sobre “pure” de patatas del mismo estilo que en el plato anterior, plato sin grandes innovaciones  pero muy bien ejecutado y delicioso.
El postre fue la sorpresa ya que en sí no decía nada, elegimos un milhojas con crema pastelera, nada más
sencillo y corriente, pero la sorpresa estuvo en su sabor, hojaldre crujiente  relleno de una crema pastelera templada con aromas a brandy  puro (añadidos a la crema directamente y no en la elaboración) toque sutil que marco la diferencia entre un postre corriente y un postre original.
Como no tenía en esta ocasión acompañante para el vino, me deje llevar por Issac, no recuerdo que vino fue, pero sí su sabor carnoso equilibrado y muy manchego.
En resumen, un restaurante  con una atención muy profesional, donde se presta mucha atención a cada detalle y al bienestar del comensal, la cocina tiene muchos tintes tradicionales y se juega todo su honor en la elaboración, cocción y sazonado de sus platos, donde se ve la maestría de un gran chef. Es exactamente lo que buscábamos ese día, y desde luego que volveremos cuando nuestros caminos se crucen por aquellas tierras toledanas.
Enhorabuena Palio!!

 

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